BOKU UNDO - fabrica de tinta

BOKU-UNDO 墨運堂, fábrica de tinta - Nara (Japón)

Boku-undo, fue fundada por Kyubei Sumiya en 1805 bajo el nombre GOBOTOH, pero más tarde, en el año 1900, cambió su nombre a Matsui BOKU-UN-DO y ha operado bajo el mismo nombre desde entonces. 

Aquí se analiza químicamente la composición del hollín y la cola de hueso, fabricando barras de tinta y también tinta líquida, con colores y tonos tan únicos que satisfacen las necesidades de pintores y calígrafos especializados en la materia. Han dirigido a otras compañías relacionadas con este campo durante la posguerra y dicen que continuarán haciéndolo en el futuro. Su intención es dedicarse a la investigación haciendo uso constante del avance de la tecnología moderna para hacer productos de alta calidad, siendo hoy por hoy los responsables del 90% de la producción de tinta en todo Japón.
Además de fabricar la tinta, elaboran su propio envase, allí mismo se etiqueta toda la mercancía, y es embalada para su posterior distribución, haciendo que la empresa sea totalmente independiente. Y su filosofía de trabajo ayuda aún más a ofrecer buenos resultados, ya que todos los empleados que allí se encuentran son conocedores de todo el mecanismo de producción debido a que cada cierto tiempo se rotan los puestos y ocupaciones, sin que afecte esto a sus nóminas. 

Y ¿por qué Nara, cuidad donde se encuentra situada esta fábrica, se convirtió en el centro de producción de tinta desde nada más y nada menos que desde el siglo VII?
 En aquel entonces, Nara era la capital nacional de Japón, y fue un período donde la alfabetización aún estaba en desarrollo, siendo entonces poco común. Según los registros oficiales, la primera tinta sumi fue traída a Japón hace aproximadamente 1400 años (en el año 610) por un monje budista de Yurai (Corea del Sur). Eran los sacerdotes budistas los que utilizaban el lenguaje escrito haciendo uso de la tinta para la copia de los sutras, tinta que empezaron a fabricar especialistas de la Corte Imperial. 
A consecuencia de ello, la fabricación de la tinta comenzó en Nara, lugar repleto de templos budistas. Incluso después de que la capital se trasladara a la ciudad de Kyoto, todos esos templos permanecieron en Nara, junto con la tinta. Durante el período de Kamakura (1192-1333) se hizo por primera vez la tinta al más puro estilo japonés, con aceite de las lámparas y hollín; y también la llamada Yuen Boku, hecha a partir de aceite vegetal. En la era Edo (siglo XVIII) sólo había 38 fabricantes de tinta en Nara, y de ellos, 13 fabricantes que comercializaban después de la Restauración Meiji (1868) aún continúan haciendo tinta hoy en día, produciendo 6 millones de barras de tinta al año, o lo que es lo mismo, el 90% del sumi de toda la nación sólo en Nara. Pero hay que saber que el origen de la tinta es chino. Se dice que la primera tinta se fabricó durante la Dinastía Han occidental de China (206 a.C.-8 d.C.), pero incluso antes ya había algo similar. 
Hablamos de una época en la que aún no se usaban ni el suzuri (piedras para moler la tinta) ni el papel para escribir sobre él. Más bien se utilizaba madera cortada en pequeñas tablas y que sustituirían al papel como soporte de escritura. La forma que tomaba el sumi era esférica y se mezclaba con agua para poder usarla. Ya en la Dinastía Han Oriental (25-220 d.C.) se inventa el papel y se comienza a moler la tinta sobre el suzuri, y viendo que era fácil y cómodo su uso, se convirtió en el prototipo de la tinta de hoy en día. Poco después, el lugar donde se origina la tinta, llamado Yubi (por ser el centro de producción de hollín de pino), pasa a llamarse sumi, dándole así el nombre también a la barra de tinta en Japón.

Esta industria tradicional requiere de técnicas de fabricación cualificadas y de un tiempo óptimo para su fabricación. El frío invierno de Nara lo convierte en uno de los trabajos más duros de Japón. "Me importa mucho mi sumi, lo he usado una vez, mi apego a la tinta está acortando los días de mi vida". No sabemos cuándo se expresó este sentimiento, pero desde que el sumi fue pensado para ser frotado sobre un suzuri para unirse poco a poco con agua, cada valiosa barra está destinada a desaparecer tarde o temprano. La persona que pudo decir estas palabras quizás amaba demasiado el sumi. Y aunque su color es negro, puede expresar tonos sutiles negro azulados. 

Además, puede manipularse de tantas maneras, provocando efectos de difusión y desenfoque, incluso asumir una transparencia líquida. Hoy en día, los caracteres escritos a pincel de hace 2000 años permanecen vivos a nuestros ojos. En muchas ocasiones los tonos de la tinta son más hermosos ahora que cuando fueron delineados. Con el sumi el paso del tiempo introduce una nueva profundidad y nunca se deprecia. Pero seguirá ganando en calidad y valor con el paso del tiempo.
Share by: