Clases de shodo en Japón - Parte III

A la mañana siguiente nos pusimos manos a la obra con un estilo que sin lugar a dudas a muchos nos atrae con una extraña fuerza, quizás por su ancestral y misterioso origen, quizás por su ruda y a la vez simple belleza, y que no por ello resulta el más fácil de dominar. Al fin llegó nuestro querido tensho, el estilo de sello. El primer estilo de caligrafía existente (su origen se remonta a los siglos XV y XVI a.C.), característico por caracteres en su mayoría tallados, debido a la no existencia aún del papel y la seda como soportes, ni del pincel como herramienta de escritura.
El maestro comenzó por hacernos una interesante introducción histórica apoyada por las imágenes que nos mostraba desde sus libros de estudio. Prosiguió con ejemplos prácticos para la realización de los característicos circulares comienzos de los trazos del estilo tensho. Observando cómo movía su cuerpo con cada trazado, presenciamos desde una situación tan directa como privilegiada, cómo su pincel se convertía en una extensión natural de su propio ser y sentir, con un poder de transmisión hipnótico. 
Fue tan mágico el momento, que en cuanto el maestro terminó con sus explicaciones hizo que todos nos pusiéramos en marcha hacia nuestros lugares de trabajo con ganas de poner enseguida en práctica todos esos nuevos movimientos, como si de un nuevo y atractivo baile se tratara.
Aprovechando que el día lo dedicamos al estilo de los sellos, Hikita Sensei tomo asiento al lado de Rocío (mi hermana), quien días antes había traído desde España sus primeras prácticas de tallado en diferentes piedras y con diversos tamaños y kanji, con el deseo de que el maestro le pudiera corregir. Y fue más allá, ya que la intención de sentarse con ella fue la de enseñarle desde cero acerca de la técnica de tallado, llamada Tenkoku, con todas las herramientas necesarias a mano. A pesar de que Rocío ya tenía experiencia en tallado sobre madera y piedra gracias a sus estudios en la Escuela de Arte de Las Palmas, pudo comprobar bajo su propia práctica y con la atenta atención y dirección del maestro, esta nueva técnica, que, para empezar, difiere de sus conocimientos previos, por ejemplo, por tener que tallar con los buriles desde fuera hacia dentro. Esta nueva técnica le resultó más complicada e incluso consiguió que alguna herida le saliera en la zona de la mano que sufría la continua fricción del buril mientras tallaba; pero no tardó en darse cuenta de que dicha técnica evitaría posibles accidentes mayores y pronto se haría con ella.
Mientras, Nakamura-san, fiel alumno de Hikita Sensei, nos acompañó durante todas las clases recibidas, haciendo la función también de apoyo a la hora de ayudarnos con las explicaciones y correcciones de nuestros ejercicios. Sólo con sus gestos denotaba una ferviente admiración y eterno respeto hacia Hikita Sensei. Apenas necesitaban comunicación verbal entre ellos para que al maestro no le faltara nada durante la enseñanza, atento a cuándo y cómo poner o quitar el papel hanshi de la mesa para que la explicación que nos daba Hikita Sensei fuera siempre fluida y sin interrupciones; y con un profundo cariño, todos estuvimos también bien atendidos.

Una vez acabada la sesión del día, Nakamura-san nos sorprendió con un gran regalo para cada uno de nosotros. Debido a que él también está dedicado a la docencia, nos hizo entrega de unos libros de estudio utilizados por los estudiantes japoneses de caligrafía de la Universidad para la que trabaja, con la intención de que no nos faltara material organizado y variado para estudiar a nuestro regreso. En cuanto tomamos el tren de vuelta a casa comenzamos a hojear de arriba abajo este completo libro donde encontramos artículos relacionados con la historia de la caligrafía y con algunos de sus destacados maestros, ejemplos con órdenes de trazos de muchas caligrafías clásicas de origen chino y en varios estilos. También un amplio apartado dedicado al estudio del kana, manuales a todo color que describen paso a paso alguna técnica concreta para ejercitar el tenkoku… y que nos aseguraría el trabajo al menos para un año entero.
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