Esta industria tradicional requiere de técnicas de fabricación cualificadas y de un tiempo óptimo para su fabricación. El frío invierno de Nara lo convierte en uno de los trabajos más duros de Japón.
"Me importa mucho mi sumi, lo he usado una vez, mi apego a la tinta está acortando los días de mi vida". No sabemos cuándo se expresó este sentimiento, pero desde que el
sumi
fue pensado para ser frotado sobre un
suzuri
para unirse poco a poco con agua, cada valiosa barra está destinada a desaparecer tarde o temprano. La persona que pudo decir estas palabras quizás amaba demasiado el
sumi. Y aunque su color es negro, puede expresar tonos sutiles negro azulados.
Además, puede manipularse de tantas maneras, provocando efectos de difusión y desenfoque, incluso asumir una transparencia líquida. Hoy en día, los caracteres escritos a pincel de hace 2000 años permanecen vivos a nuestros ojos. En muchas ocasiones los tonos de la tinta son más hermosos ahora que cuando fueron delineados. Con el sumi
el paso del tiempo introduce una nueva profundidad y nunca se deprecia. Pero seguirá ganando en calidad y valor con el paso del tiempo.