La escritura japonesa actual utiliza tres clases de caracteres: kanji, hiragana y katakana. Su evolución, como todas las ramas de la cultura japonesa, comienza en china.
Alrededor de los siglos III y IV -mucho más tarde que otros pueblos, lo que algunos estudiosos señalan como una herida narcisista en el corazón japonés- los japoneses incorporan la escritura y lo hacen utilizando los caracteres chinos a los que llaman kanji. Los usan con el mismo significado que los chinos pero los pronuncian diferente. Con lo cual, un chino y un japonés de esa época podían comunicarse por escrito pero no hablando, ahora también.
En la Era Nara (710-794) se determinó una serie de caracteres kanji para usarse de manera fonética. Estos caracteres se llamaban Manyougana 万葉仮名
y se escribían en su forma recta o Kaisho. Poco después, en la Era Heian, también tuvieron una forma cursiva llamada Sougana 草仮名.
El problema, entonces, fue la dificultad en la lectura porque había que entender si un kanji estaba siendo usado en su valor semántico (de significado) o fonético. Y el hiragana resuelve el problema. A partir del sougana -la forma cursiva de los kanji- se sintetizan y estilizan los kanji al punto de crear una nueva forma de caracteres que solo tienen valor fonético y disipan la confusión: el hiragana.
En resumen, la historia evolutiva de la escritura japonesa a partir del chino tiene cuatro etapas: kanji, manyougana, sougana y hiragana.