Durante su ejecución, el trazo puede ser enérgico y rápido, o por el contrario puede sucederse de manera serena y suave, pero en ambos casos será una pincelada nada dubitativa, un vehículo de acción de una vivencia interiorizada durante la meditación y de la que cual surgirá una forma plena de energía vital.
El círculo puede ser trazado dejando una abertura o bien, sellando la totalidad de su forma. Un ejemplo de este último caso es la obra de Sengai Gibon 仙厓義梵 (s. XVIII), donde se observa un enso
irregular producto de la expansión desigual de tinta durante su recorrido. Como resultado se observa una zona más ancha y pictórica y otra (la zona inferior) más lineal y gráfica, esto último como resultante del agotamiento de la tinta… El símbolo, en este caso, va acompañado de una caligrafía en estilo sosho 草書 (escritura cursiva o “escritura de hierba”), frase budista popularmente difundida en Japón. Es muy común en estas creaciones que el círculo dialogue con poemas, frases o preguntas en torno a la práctica de la meditación o cuestiones inherentes a la naturaleza y al universo.
Por el contrario, en el caso del círculo realizado por el maestro Zen Yamada Mumon 山田無文
(s.XX), la pincelada no llega a unir el inicio y el final del trazo, sino que deja una pequeña apertura que indica que no es algo contenido en sí mismo, sino que se abre al espacio, al infinito, incorporando la armonía completa. La abertura puede significar que es parte de algo más grande, o que la imperfección es un aspecto esencial de la existencia.
En este caso, va seguido de un koan
公案, un tipo de pregunta muy propia de la tradición Zen, que suele realizar el maestro a sus discípulos y que está orientada a desligarse del pensamiento racional y aumentar su nivel de conciencia para progresar en sus aprendizajes. La traducción de esta frase también escritura en estilo sosho: “¿Qué cosa es?”, conecta directamente con la reflexión acerca de la forma circular.