ShihT’ao: un único trazo del pincel

                            ShihT’ao: un único trazo del pincel

“Debe saberse que impregnar el papel
con una sola gota de tinta no es asunto sin importancia: 
hace falta que el corazón se vuelva inmenso y vacío, 
sin contener ni un solo objeto” 

ShihT’ao

En esta ocasión me referiré a la figura de ShihT’ao 石涛 (1642 – 1707) quien es considerado uno de los pintores y teórico chino más relevantes por sus ineludibles aportes al campo del arte oriental. ShihT’ao no sólo fue uno de los pintores “individualistas” que revitalizaron el paisajismo, sino que también escribió un valioso tratado sobre pintura, manual de consulta obligatoria para un mejor entendimiento del arte de la tinta. 

De su singular biografía, plena de desplazamientos y hallazgos, cabe destacar al menos dos sucesos que determinaron sus producciones. El primero de ellos tiene que ver con la realización de numerosos viajes -en diferentes momentos de su vida- adentrándose en la sublime naturaleza conformada principalmente por gigantescas montañas y bosques de pinos. A través del contacto directo con la naturaleza, los antiguos pintores propiciaban la receptividad, condición que -según los maestros- antecede y determina el conocimiento profundo de las cosas. Destacando así la importancia de la observación de los paisajes para este tipo de arte sensible e intuitivo, que se basa en el entendimiento de la naturaleza de la que formamos parte. Para los pintores tradicionales, la pintura no es un plagio del mundo, sino una realidad paralela a ese mundo. 

“La actividad del pintor no consiste en imitar lo existente diverso en la Creación, sino en reproducir el acto mismo por el cual la Naturaleza crea. La creación pictórica es un proceso idéntico al de la creación del Universo; uno y otro se realizan paralelamente” 
(ShihT’ao; p. 67) 


Un arte con sus propias lógicas de funcionamiento que pretende llegar a la raíz de las cosas y a diferencia de la concepción humanista de la pintura renacentista, la pintura tradicional en Oriente se halla indisolublemente relacionada con el Tao. Para ShihT’ao “La actividad pictórica significa la búsqueda incansable de tao, la realidad auténtica, y su realización en forma visible y concreta a través de sus obras” (Kitaura; 1991; p. 359). 

En segundo lugar cabe recordar que ShihT’ao, aún siendo niño, y por situaciones políticas adversas, fue refugiado en un monasterio Zen, donde estudió la obra de los grandes maestros: Lao-tse 老子 y Zhuangzi 莊子. En ese contexto de disciplina y rigor el pintor “estimuló una actitud de contemplación humilde y atenta del mundo en lo más trivial, lo más íntimo y lo más concreto de sus manifestaciones, actitud que fue particularmente fecunda para la pintura.” (Ryckmans, 1970; p.66). 


Estos aprendizajes también atraviesan el “Discurso acerca de la pintura por el Monje Calabaza Amarga”, obra considerada como la cristalización de sus experiencias como pintor. La idea de discurso, se sitúa en la línea de tratados estéticos de la tradición China que ShihT’ao conocía profundamente y respetaba de igual modo. Estos pintores eran conscientes de la importancia de aprender de los maestros antiguos para ampliar los conocimientos y al mismo tiempo hacer perdurar la tradición por este sistema. 
En estas páginas el artista expone temas claves por los que transita la pintura oriental, procurando transmitir sus enseñanzas a los demás pintores. 

El interés primordial reside en “establecer el principio teórico, sólido y riguroso, para esta actividad artística otorgándole un significado metafísico y trascendental, único en la historia de china” (Kitaura; 1991; p. 359). 
El autor se refiere a lo uno y lo múltiple de cada pincelada, desataca las virtudes del pintor, la inteligencia expresiva y los procedimientos de la expresión, la técnica específica para la pintura de montañas y del agua en sus diferentes modalidades físicas, las delimitaciones compositivas del paisaje y también advierte sobre los defectos del pintor vulgar. 

Pero es fundamentalmente a través del concepto de la pincelada única donde se vislumbra la originalidad de su pensamiento: el trazo sin corrección, condición de experiencia irrepetible, irrevocable e irreprochable. 

Cada pincelada única busca captar la esencia del motivo a pintar: el carácter vívido de los pájaros, el tronco irregular del ciruelo, lo delicado del pétalo de la orquídea, etc. Se trata de un método basado en la conexión con el presente absoluto que es igualmente aplicable a pintura y a la caligrafía. “El trazo único del pincel es la raíz y el origen prístino de la caligrafía y de la pintura”, explica (ShihT’ao; p. 149). 

Desde la época Yuan (S. XII) un artista ya no podía concebirse como tal sin que su caligrafía estuviese a la altura de su pintura, no se podía hacer una cosa sin tener conocimiento de la otra, ambas estaban en igual condiciones y se requerían mutuamente.
También ShihT’ao se detiene en los tipos, los usos y las cualidades de la tinta a las que clasifica según sus propiedades: negra, blanca, seca, mojada, espesa y fluida. Propiedades que se deben también a la utilización del agua como vehículo que posibilita de aparición de manchas y texturas imprevistas. 

La preparación de la tinta consiste en disolver lentamente y con continuos movimientos circulares la barra de tinta en el tintero de piedra y constituye no sólo un hecho práctico, sino también un momento de preparación de las condiciones del espíritu para emprender el sagrado acto de la pintura y la escritura. 

Al respecto el pintor Guo Si 郭汜 (1020-1090) recordaba a su padre: “El día en que comenzaba una pintura, necesitaba disponer de una mesa inmaculada cerca de una ventana clara; quemaba primero incienso a su izquierda y a su derecha, y luego, tras de escoger un pincel impecable y una tinta superior, se lavaba las manos y purificaba su mortero de tinta, todo ello con la solemne gravedad del que se dispone a recibir un huésped ilustre” (Ryckmans, 1970; p. 140).

También Wang Yu recomendaba que, antes de pintar, se sosiegue el corazón, y se alejen los pensamientos, para convertir cada trazo en una única e irrepetible experiencia vital.
Artículo escrito por Luciana Rago, publicado en la revista Verdemente - noviembre 2013
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