Qué es el shodo

¿De qué hablamos cuando decimos Shodo?

Shodou 書道 (pronunciado Shodo) significa en japonés “el camino de la escritura” (Sho 書, escribir o escritura y Dou 道, que significa camino o vía), y hace referencia a la práctica de la escritura de los caracteres kanji y kana con pincel y tinta como herramienta de crecimiento personal, como método de expresión e incluso de meditación. 

Es importante destacar que en Japón existe otra palabra específica para designar aquello que se traduce literalmente como “caligrafía japonesa” y es Shuuji 習字 (Shuu 習es aprender y Ji 字es letra o carácter), es decir, “aprender la letra”, o lo que es lo mismo, aprender la forma correcta de la forma establecida que determina cómo se debe escribir el carácter según el estilo caligráfico que deseemos usar. 

Me interesa hacer esta aclaración entre el por qué, según lo que he investigado hasta el momento, la mayoría de las veces en Occidente la palabra Shodou es traducida erróneamente como “caligrafía japonesa”, aunque tenga de cierto que se usa este sistema de escritura para ello.

Así que, podemos decir que, para hacer Shodou primero hay que hacer Shuuji. Debemos aprender a reconocer las características que definen a cada uno de los estilos de caligrafía y qué herramientas son las adecuadas para ello.


Ciertamente, y aunque se necesita mucha práctica para llegar a un dominio y a una seguridad a la hora de practicar la vía, no necesitamos ser excepcionales calígrafos para poder disfrutar del trazado de un gesto, de una gota cayendo “sin querer” en la hoja del papel o de un trazo que se nos quedó sin tinta. Todos los detalles son una excusa para practicar la vía y aprender a disfrutar de los pequeños detalles de la vida.  
Por eso el Shodou, esta práctica espontánea que no precisa de retoques en sus trazos, es considerada una “vía”, un “do” (como otras conocidas artes marciales: aikido, judo, iaido), y que, por su fuerte conexión con una filosofía o forma de vida basada en la ausencia de orgullo, en la búsqueda de un corazón-mente puros, en alimentar en alma conectando con el momento presente, nos lleva a vivir con ella un placentero camino de autoconocimiento. 
Por ello esta práctica es recomendable para cualquier persona que también desee vivir la vida de manera consiente y con plenitud. 
¿Cuáles son los orígenes de esta práctica y por qué es tan importante?
 
Al igual que en la caligrafía occidental, donde podemos encontrar letras manuscritas con estilo gótico o románico, por ejemplo; también existen muchos estilos para la caligrafía oriental. 

Estos parten de los estilos tallados sobre huesos o caparazones de tortuga (cuando aún no se había inventado el pincel como instrumento de escritura ni el papel como soporte para ello) con unos rasgos característicos debido al hecho de usar utensilios rústicos y de carácter escultórico. 

Tendremos que esperar muchos más años para que la tecnología del pincel nos proporcione la flexibilidad que produce esos cambios suaves en los grosores de los trazados y por lo tanto la aparición de diversos estilos a lo largo de la historia, entre otros factores.
El sistema de escritura japonés es importado de China, donde hace 5000 años ya existían pictogramas que representaban objetos de uso ritual. Estos pictogramas que representaban los elementos de la naturaleza, como “fuego”, “agua”, “árbol”, etc, estaban destinados al uso adivinatorio y/o a proporcionarle a las piezas donde estaban escritos ciertos poderes tanto de protección como de maldición. 
Mientras que de los estilos japoneses me referiré más adelante, creo necesario comentar la razón por la cual el pueblo japonés carente de un sistema de escritura, pero no de un habla, adopta la escritura china para hacerla propia. Los japoneses usan los mismos caracteres chinos llamados en Japón kanji, que literalmente significa “letras de la dinastía Han” a los cuales se les cambia la manera de pronunciarlos, pero siguieron manteniendo su contenido semántico. 
Entre los siglos III y IV llegan, a través de Corea, los caracteres chinos a Japón gracias a la popularización del budismo que florece en la dinastía Tang de China. Estos monjes budistas que viajaban a China para estudiar las enseñanzas de Buda a través de la escritura de los sutras, para lo cual tuvieron que aprender a escribir y leer chino, importaron esta lengua a Japón para transmitir esta sabiduría tanto a los religiosos como a las cortes. Solo los hombres podían escribir y hablar chino, mientras que a las mujeres no se les permitía este conocimiento, algo que derivó más tarde en la aparición de un nuevo sistema de escritura, propio de Japón, llamado Kana, información valiosa que nos permite una vez más comprender la importancia del lugar de la mujer en la creación y propagación de estilos tan importantes como bellos. 
Estos monjes no eran calígrafos ni artistas reconocidos, pero lo cierto es que, con el tiempo, y con sus trabajos de caligrafía y pintura, que eran ejercicios para la ayuda y comprensión de su práctica budista, lograron llamar la atención del círculo laico y enriquecer su cultura a través de una forma de sincretismo.  

Actualmente la caligrafía japonesa está ampliamente extendida a lo largo de los continentes aunque resultan escasos los maestros que se dedican profesionalmente a ellos en Europa y en América Latina. 
Por eso, a todos aquellos que, en algún momento se han hallado frente a una caligrafía y han sentido esa experiencia estética profunda, los animo a tomar un pincel y trazar su primer trazo conmigo. 

Los animo a comenzar un nuevo camino.



Texto escrito por Elena Hikari
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