La Tinta: una manifestación directa del universo originario
Así como el óleo -denso y brillante- es el medio que caracteriza la tradición pictórica europea desde mediados del siglo XV, el medio de la tradición pictórica monocromática china es la tinta (a base de agua) -ligera y opaca- cuyo uso –tal como lo conocemos en la actualidad- se remonta al siglo VIII a.C. Este dato sobre el medio que posibilita la creación de una imagen proporcionan información sobre cómo la materialidad (sólida-líquida) del medio de pintura determina la relación con el soporte (vertical-horizontal), la velocidad de su ejecución (rápida-lenta), la relación con el tipo de la creación de la imagen (con corrección-sin corrección) y por último la actitud del artista frente al proceso de creación. (lógico-intuitivo).
“La tinta, al igual que el pincel,
es considerada como una manifestación directa del universo originario”
(“Vacío y Plenitud”, p. 157)
Tinta sólida 固形墨 o KOKEIBOKU
Cuando en Occidente pensamos en tinta, nos imaginamos un bote de tinta líquida donde se moja una pluma. La tinta en Asia es bastante distinta. Tradicionalmente se vende en forma de barra sólida, rectangulares o cilíndricas, a menudo tan bien decoradas que da pena utilizarlas.
La tinta que se usa para la pintura y caligrafía japonesas, chinas y coreanas está compuesta de material orgánico, y se presenta en un bloque que se debe frotar sobre una piedra que se llama suzuri 硯 para molerla con agua durante unos veinte minutos y una hora.
El hecho de moler la barra en una piedra supone un momento de meditación para descansar la mente y estar vacío para pensar cada nueva pieza.
Tinta líquida 墨汁 o BOKUJUU
En la actualidad se vende también tinta líquida embotellada. Si lo compráis en un supermercado chino recibe el nombre de Mòzhi 墨汁, en japonés se dice Bokujuu 墨汁. Al igual que la tinta molida de barra, esta también se puede rebajar con agua para disminuir su intensidad y obtener una amplia variedad de grises.
- Pero, la tinta china ¿es negra?
Sí, es negra y mate, pero tiene matices. Estos matices dependen también -en gran medida- del tipo de madera que se use para hacer el hollín así como del papel sobre el que se use. La tinta se hace con finísimos granos de hollín (generalmente de madera pino), aglutinante (generalmente de escama de cola de pescado o cuernos y huesos de animales) y aromatizadores diversos tales como el sándalo blanco o alcanfor. Y dependiendo de sus recetas, las cuales muchas tomaban sus elementos de la medicina tradicional china, algunas tintas viran hacia el rojo, otras al azul y otras tienen “brillitos” cuando se las mira al ras del papel.
El término “tinta salpicada” (también conocida como tinta quebrada, tinta arrojada o tinta rota) se utilizó por primera vez para designar el proceso despreocupado y poco ortodoxo de Wang Mo 王洽 (China, s. VIII) para crear distancia en los paisajes pintados con tinta:
“Antes de pintar un paisaje, Wang Mo bebía mucha cantidad de vino.
Cuando ya estaba borracho, comenzaba a salpicar tinta sobre la seda. Mientras reía y cantaba, creaba manchas con su pie y sus manos y tiraba tinta usando el pincel. De esto, resultaba que en algunas partes habría mucha tinta y en otro quedaría más diluida. Siguiendo las formas que resultaban de esto, comenzaba a delinear las montañas, rocas, nubes y niebla, a veces bajo la nieve y a veces en la lluvia, usando la misma espontaneidad con la que el mundo crea las cosas.
Observarlo era como ver a la deidad creando”
Volviendo a la tinta salpicada, en un Manual de Pintura China de 1120 d.C., se explicaba que el proceso de salpicaduras de tinta consistía en una mancha de tinta inicial, trazo o mancha creada no con un pincel sino con un gesto corpóreo extravagante. Y agregaba:
“Esta marca original podría ser el resultado de un trapo de tinta arrojado.”
Y esto de arrojar tinta con trapos, derramar, verter, manchar, trazar son operaciones implícitas en el propio proceso de creación vinculadas a la velocidad. Una de las características de este medio acuoso es el agua, cuya característica es su rápida expansión, por eso se trabaja la velocidad y por lo tanto la espontaneidad, sin esfuerzo aparente, como una actitud del pintor frente al soporte papel y como una ausencia de una intencionalidad racional.
Por último, quisiera recordar que este tipo de gestos -sean estos pinceladas o trapos arrojados- no admiten dudas.
Para más información puedes visitar nuestro artículo sobre nuestra visita a la fábrica de tinta en Boku-undo en Japón en el año 2016 o visitar nuestros estudios en Madrid.
Luciana Rago y Elena Hikari
Tinta para Shodou y tinta para Sumi-e
La pintura y la caligrafía japonesas comparten sus materiales de trabajo, pero el modo en que usan estos materiales es en lo que difieren. Quizás el ejemplo más claro sea el de la tinta.
Mientras que la caligrafía se centra en la forma/esencia del trazo y por lo tanto usa la tinta pura sin apenas diluir; la pintura mezcla la tinta con agua para obtener la mayor cantidad de matices posibles. En el libro “Vacío y plenitud” Francois Cheng nos cuenta “…con sus infinitos matices, es por sí sola recurso suficiente para que el pintor encarne con ella todas las variaciones de color que ofrece la naturaleza. La tinta está asociada al pincel porque, aislada, no es más que materia virtual a la que sólo el pincel puede dar vida.” (p. 137).
Según las clasificaciones chinas, las tintas se dividen en seis especies diferentes: seca, diluida, blanca, mojada, concentrada y negra, dependiendo de su pureza, su humedad y el modo de aplicación sobre el pincel. La combinación de estas seis variantes nos permiten crear atmósferas, tonalidad, modelado de las formas, impresión de distancia y dar cuenta de la acción de la luz sobre las rocas así como sobre otras formas de la naturaleza.
Tinta salpicada
En el campo de la pintura existe una técnica llamada “tinta salpicada” que es considerada por los clásicos como una de las técnicas pictóricas más difíciles de realizar, y que con ella se busca dar sensación de la estructura general de la composición a través de pinceladas certeras.
En Occidente es recurrente el estereotipo del pintor monje budista, centrado, ejemplo de la mente calma y en el medio de la naturaleza sin ruido alguno, por ello es probable que el lector se sienta decepcionado luego de leer este texto.
Después de investigar un poco puedo decir que esto parece haber sido así, pero no sólo esto. Han existido -y existen- pintores y calígrafos que realizaban sus prácticas y obras estando perturbados, borrachos, consumidores de sustancias alteradoras de la conciencia, pintores y calígrafos asesinos y también esos que dan calma de solo mirarlos. Todos ellos forman parte de la historia del arte chino y japonés. Todos ellos son los que comprendieron que la tinta se convierte en adictiva cuando se la comienza a conocer, porque no deja de sorprender y de llevar al pintor por caminos que atraviesan el umbral de lo real.