Entró en contacto con el mundo japonés a través del origami
siendo una niña, práctica que ha seguido en su vida hasta la actualidad. El año 2013 sería una fecha decisiva puesto que coincidieron dos hechos relevantes para la actividad docente que desarrolla en el momento.
Por un lado, descubrió la caligrafía japonesa a través de Shodo Creativo, con quien sigue estudiando en la actualidad; y además, escuchó por primera vez acerca de los nudos de mizuhiki
(hilos de papel washi
enrollados). Ambas disciplinas se han convertido en su gran pasión.
Durante los últimos años ha consolidado sus conocimiento sobre esta práctica gracias a sus viajes a Japón, lugar donde esta práctica tradicional está en vías de extinción y por ello su aporte a Shodo Creativo y a la difusión del mizuhiki
en Madrid en particular y en España en general, es invaluable.
Una de sus actuales líneas de investigación es la elaboración de piezas de origami
combinadas con los nudos de mizuhiki
y técnicas de decoración del papel japonés.